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Leer para escribir VI: Las descripciones de Katherine Mansfield.

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    Leyendo una magnífica selección de cuentos de la escritora neozelandesa Katherine Mansfield, he disfrutado de la manera tan sutil de escribir ciertas descripciones, en el caso que me ha llamado la atención, de un personaje femenino, una mujer.      Primero, la narradora nos ha hilvanado algunas características para que la podamos reconocer, sin dedicar más que unas pocas palabras a visibilizarla.     Si se hubiese quedado ahí, diríamos que, o bien se trata de un personaje secundario, o bien que no nos hace faltar saber más para la trama. Nada de eso ha ocurrido.     Poco después, cuando el protagonista masculino se acerca a ella, la narración pone en su boca otras características de la mujer. Nos describe ciertos detalles que le han llamado la atención. Así, no solo la conocemos mejor, sino que sabemos la impresión que ha causado en el hombre. Una descripción biunívoca impecable.     Pero no acaba aquí la técnica descriptiva de Mansfield. Algo más adelante, a través de sus acciones

La biblioteca de la buhardilla XV: Ausencia IV

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      Creí que algún día me acostumbraría a verla desparecer, a encontrar la casa vacía, al hueco de su cuerpo entre las sábanas, al aroma de su piel desvaneciéndose día tras día. Y esa costumbre, nunca llegó. Tampoco ahora que jamás regresará de donde ninguno volveremos. No sé qué dolor estoy llorando ante su lápida, si esta ausencia definitiva o todas las que sufrí -o disfruté- durante su vida. "Los mejores perfumes, en frascos diminutos" me decía para convencerme de que los seis o siete meses al año que me dejaba estar a su lado eran mejores que toda una vida juntos. No quería que la diese por supuesta, que despertara cada mañana con la convicción de que estaría allí por la noche.      Nunca pude ni siquiera adivinar por su manera de comportarse, que un día cualquiera iba a ser el último. Era tan impredecible, no existían en ella rutinas que romper, hábitos que cambiar para levantar mis sospechas. Todo era nuevo, desde la forma de abrir los ojos al amanecer, la textura de

Cuaderno de bitácora XV: Mirando por la ventana

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    Está lloviendo en Hamelín y la gente se ha refugiado en la cafetería a la que suelo ir a leer cuando tengo un día libre. O en fin de semana. Los adoquines de la calle brillan a la manera de los de la calle Real de La Coruña, aquellos, los coruñeses, más grandes y menos numerosos que estos por los que transita el flautista, perseguido por turistas que debieran ser ratas o niños dispuestos a ahogarse en el río Wesser.     Como mis paisanos gallegos, la gente aquí no tiene el miedo a la lluvia que tenemos en el Mediterráneo donde me crie y vivo. Cuando en Novelda caen cuatro gotas, a veces muy mal caídas, el personal huye en desbandada, corriendo en busca de refugio, a costa de resbalones, tropiezos y remojones innecesarios, que podrían evitarse si se guardase la paciencia debida para andar con calma. También es cierto que tanto en Galicia como en Alemania, se sale a la calle pertrechados de un paraguas o una gabardina que quizás no hagan falta, pero la prudencia invita a escuchar eso

Leer para escribir V: Natalie Goldberg y la precisión al escribir.

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    "El gozo de escribir" es una magnifica obra de introducción a la literatura creativa. Aunque casi todos los conceptos que nos relata la autora ya son conocidos desde hace mucho tiempo, me gustar releer este libro al modo que un músico aún coloca la partitura frente sí, incluso cuando haya interpretado la pieza miles de veces y la conozca de memoria mejor que su propio nombre: siempre podemos ver algo nuevo que se nos escapase en las lecturas anteriores.     Y es el caso. Ha salido a la luz un tema en el que discrepo con la maestra. Es lo que tiene la lectura crítica, que uno sale contestón, pero también es cierto que es el único camino para aprender: no creer lo leído sin pasarlo por el tamiz de la opinión propia.     Goldberg afirma en el capítulo "Sé preciso" que no debemos usar los sustantivos imprecisos del tipo fruto o flor, sino que lo correcto es decir naranja o gladiolo, en pos de una precisión que ayude al lector a penetrar mejor en la esencia de lo que

Confieso que he leído XVII: La bibliotecària del front, Berta Jardí.

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     Hoy es festivo en Alemania, 3 de octubre, día de la reunificación, y me he levantado como si fuese un día laborable, pero sin la ayuda del despertador, no ha hecho falta, para leer las 20 páginas que me restaban para terminar "La bibliotecària del front"  de Berta Jardí. Las 20 páginas que anoche, tras un día de mucho cansancio en el trabajo, tuve que dejar aparcadas por el sueño y que merecían el madrugón.     (Tal vez debería haber escrito esta crónica en valencià   (sense polémiques, per a mi valencià, català i mallorquí son llengues bessones que viuen separades), pero mi valenciano escrito es deficiente y prefiero no faltarle al respeto.)      Siempre han llamado mi atención las novelas que hablan de libros, de bibliotecas, del mundo literario y esta novela de Berta Jardí no me ha decepcionado en absoluto. La forma en la que nos muestra el amor de su protagonista por los libros (todo basado en hechos reales, con nombre y apellidos) y su afán por hacer llegar la lectu

Cuaderno de bitácora XIV: Obituario, Francisco Ibáñez (1936-2023)

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    Fuiste dejándote la vida en cada viñeta que dibujabas, en cada burbuja donde hablaban tus personajes. Y al final te has quedado sin tinta; las hojas que resten en tu escritorio permanecerán en blanco aguardando una historieta que jamás conoceremos. Te las llevas todas contigo, las que esperábamos todavía, queríamos más, ignorando tu avanzada edad. Y es que, querido Ibáñez, Mortadelo, Filemón, Sacarino, Pepe Gotera, los vecinos de la 13 Rue del Percebe y otros muchos, tus personajes, no han envejecido en más de sesenta años y creíamos que tú tampoco lo harías.      No es casualidad que ilustre esta tristeza que cuento con la portada del primer Super Mortadelo. Fue uno de los días más felices de mi niñez lectora: Mi hermano, mucho mayor que yo, me vistió de tebeos la infancia y ninguna semana me faltó el Mortadelo. Aquella vez, el enlutado detective vistió capa de superhéroe, despertando la ilusión de un crío que se relamía con las nuevas aventuras que la revista prometía. Esa ilusió

Cuaderno de bitácora XIII: Censura

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    Déjalos, no les contradigas, ignora que se comportan como censores, busca el lugar que tu obra merece, lejos de esos que cancelan, impiden, abuchean, queman, maldicen, patalean, ignoran, tachan o desprestigian lo que escribiste, compusiste, pintaste, esculpiste, cantaste, representaste. Siento pena por ellos, los censores, que cuanto más cierran libros ajenos, más demuestran su ignorancia, intolerancia, estupidez. No cabe ser censor sin ser mala persona a la vez. Esa es su derrota. Quien tapa la boca de otro, merece que se le muerda la mano, que se le inyecte el veneno que para él representa la libertad y no solo la de expresión.     Miserables que ven colores en la piel, al tiempo que se los roban al arco iris si van impresos en una bandera. Se llaman cristianos, católicos, pregoneros de un mundo como dios manda por el que jamás preguntarían a un Dios que no les daría la razón.     Está de moda la censura. No suele haber modas que perduren, pasajeras todas ellas. Ésta, como diría